Hannah Jones junto a su madre y su padre. THE TIMES
MARTA MARTÍNEZ LIÉBANA
Hannah Jones, británica de 13 años y con una esperanza de vida de seis meses, ha decidido no someterse a más operaciones médicas, sino morir en su casa con dignidad y arropada por su familia.
La adolescente es capaz de decidir si quiere o no vivir, o al menos eso es lo que le han reconocido las autoridades sanitarias de Herfordshire al retirar la orden judicial impuesta por un hospital que pretendía sacarla de casa y operarla de un trasplante de corazón. Esta operación le habría brindado a Hannah la posibilidad de alargar su vida, aunque eso sí, sin descartar el riesgo de morir en el quirófano.
De hospital en hospital siempre
Cuando tenía cinco años, a Hannah le diagnosticaron una leucemia, y para detenerla, fue sometida a una quimioterapia que acabó dañándole seriamente el corazón. Para implantarle un marcapasos han hecho falta tres operaciones diferentes, sin embargo, no han sido suficientes. Aunque la única solución que tendría, según los médicos, sería la de un trasplante de corazón, la enferma asegura que prefiere arriesgarse a seguir como está y resignarse a morir en casa. Sus padres la apoyan y afirman que no han influido en su decisión.
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